Enfatizar la metodología experimental en la profesión fisioterapeuta supone, desde el punto de vista práctico, que toda intervención fisioterapéutica debe ser considerada un experimento en sí misma, de forma que tanto el proceso de intervención profesional como las estrategias empleadas tengan que ser especificadas con precisión, de manera que posibilite la réplica. Las formulaciones teóricas, las pruebas e instrumentos de evaluación y los métodos terapéuticos han de ser validados empíricamente, y además, debe concurrir un compromiso especial con la valoración experimental de la propia intervención profesional clínica. Además, los fisioterapeutas deben ser capaces de contribuir al desarrollo de los métodos y las técnicas de la profesión a través de la investigación. Para ello, es necesario que se preparen como profesionales científicos, integrando en los contenidos de la formación aspectos científicos y clínicos. Si bien la experiencia clínica proporciona hipótesis a confirmar en numerosas ocasiones, la investigación es la base sobre la que debe desarrollarse una actividad profesional de calidad. En su actividad profesional, el fisioterapeuta formula una hipótesis acerca del problema de salud del paciente, y en consecuencia aplica un tratamiento, de forma que los resultados del mismo validen o refuten la hipótesis planteada. Dicha hipótesis establece una relación entre factores relevantes respecto al problema en cuestión, mientras que el tratamiento implica la actuación clínica efectiva sobre los factores o las variables relevantes. En el ámbito clínico, la fisioterapia no sólo va unida a la investigación científica sino que es en sí misma un continuo proceso de elaboración y verificación de hipótesis. Así, una recogida de la información relevante y el empleo de un diseño de investigación específico, nos darán la comprobación de lo acertado de la relación que suponíamos existía entre los hechos. Tal concepción y forma de actuar es la única a partir de la cual el fisioterapeuta puede juzgar de forma crítica la calidad de sus actuaciones, de manera que llegue a merecer la confianza y el respeto tanto de la sociedad como de los profesionales a fines. El perfil social de la actividad del fisioterapeuta procede de una eficacia y una rigurosidad científica a toda prueba. Tales condiciones han de pasar por la crítica de la técnica empleada y de los resultados obtenidos a la luz de los datos objetivos y del empleo de una metodología sistemática. El empleo del método científico es, además y a la vez, la forma de proteger al paciente de intervenciones erróneas o perjudiciales. Para un fisioterapeuta, el último criterio de utilidad de un tratamiento debe ser el dato empírico. Los diferentes procedimientos de intervención fisioterapéutica deben valorarse siempre considerando los resultados obtenidos a partir de su aplicación. La última prueba de la validez de los procedimientos terapéuticos es el estudio de los logros clínicos, y los distintos puntos de vista teóricos sobre cualquier terapia no pueden nada frente a las evaluaciones rigurosamente experimentales. En definitiva, por mucha coherencia interna que posea un planteamiento teórico o por grande que sea el valor de verdad que intuitivamente se le asigne, sino utiliza datos empíricos con cierta corrección metodológica podemos preguntarnos, en justicia, si goza realmente de una base razonable para su aplicación clínica y para la solución de problemas de salud.
sábado, 3 de julio de 2010
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